La comunicación es una actividad humana fundamental y transversal a todo el tejido social y cultural de las comunidades. Por ello, desde el ámbito de la comunicación, la unesco ha concebido, fomentado, desarrollado y evaluado diversas iniciativas en favor de la paz y la reducción de los conflictos.La ausencia de guerra no es condición suficiente para ganar y mantener la paz pues es necesario ir a los orígenes y causas de las situaciones de violencia entre países y dentro de las sociedades para aplicar soluciones a problemas como la miseria, la falta de justicia, las conductas autoritarias y antidemocráticas de gobernantes y detentadores de poderes legítimos o no, la violación de derechos humanos, la falta de oportunidades para el acceso al conocimiento, al trabajo, a expresar libremente las ideas, practicar la fe y ejercer el derecho a disentir sin temor a represalias.Por ello la unesco advierte que “la pobreza y los conflictos son los principales factores que ponen en peligro la seguridad y la dignidad del ser humano y la justicia social [...] la intolerancia, la discriminación, la desigualdad, la ignorancia, la pobreza y la exclusión, entre otros factores,contribuyen a crear un medio propicio para el terrorismo”. En la línea de la Carta de la Paz de las Naciones Unidas, la Organización propuso y asumió el liderazgo del paradigma de la Cultura de Paz definida como los “valores, actitudes y conductas que plasman y suscitan a la vez interacciones e intercambios sociales basados en principios de libertad, justicia y democracia, todos los derechos humanos, la tolerancia y la solidaridad, que rechazan la violencia y procuran prevenir los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación, que garantizan a todos el pleno ejercicio de todos los derechos y proporcionan los medios para participar plenamente en el proceso de desarrollo de su sociedad”.En consonancia con lo arriba planteado, Koïchiro Matsuura, director general de la unesco, señaló que “a pesar de grandes avances en la solución de conflictos existentes desde hace decenios, la paz sigue siendo demasiado frágil en numerosos países como para que pueda responderse a las expectativas y aspiraciones legítimas de sus poblaciones al desarrollo, la democracia y la paz. Los esfuerzos de la unesco por promover una cultura de paz constituirán una contribución muy valiosa a tal empeño”.Es importante destacar que “la Cultura de Paz debe contribuir al fortalecimiento de los procesos de democratización, tomando en cuenta el pluralismo político y la participación activa de la sociedad civil, que permita a los individuos intervenir en las decisiones que afectan sus vidas y en la promoción de la dignidad de la persona humana. Claramente se apunta a la construcción y el fortalecimiento de la democracia, sistema político sustentado en el ejercicio de las libertades públicas, los derechos humanos, en la participación y en la relación pacífica entre ciudadanos para la negociación, la concertación y la solución equitativa de los conflictos en toda relación humana y social” (1).Uno de los derechos referidos es la libertad de expresión del ser humano para dar a conocer —en cualquier ámbito y momento— las opiniones y puntos de vista que su propia vocación personal, sus intereses y circunstancias le dicten en lo político, social, religioso, educativo, filosófico, cultural, científico, sin que por ello sea censurado o reprimido en cualquier forma. Igual importancia tiene el derecho a la información oportuna, transparente y libre en relación con el manejo de los asuntos públicos por parte del Estado, en especial de su administración pública. Aquí destaca la libertad de prensa como corolario de la libertad de expresión, que tiene en contra la sin razón de la violencia —la estatal, la paramilitar, policial, el terrorismo y las mafias que controlan los tráficos de narcóticos, personas y armas— que ha dejado una trágica estadística de periodistas asesinados y medios destruidos por investigar y dar a conocer hechos ilícitos. En este marco la unesco, desde su programa de comunicación, ha impulsado proyectos, mecanismos y actividades para “contribuir a los procesos de reconciliación y construcción de la paz brindando asistencia a los medios de comunicación independientes con miras a alentar iniciativas de prensa que contribuyan a la construcción de la paz y ayudar a reconstruir y crear entornos independientes y pluralistas en materia de medios de comunicación en las zonas que han salido de un conflicto o una catástrofe”.domingo, 8 de junio de 2008
COMUNICACION Y DESARROLLO PARA LA PAZ.
La comunicación es una actividad humana fundamental y transversal a todo el tejido social y cultural de las comunidades. Por ello, desde el ámbito de la comunicación, la unesco ha concebido, fomentado, desarrollado y evaluado diversas iniciativas en favor de la paz y la reducción de los conflictos.La ausencia de guerra no es condición suficiente para ganar y mantener la paz pues es necesario ir a los orígenes y causas de las situaciones de violencia entre países y dentro de las sociedades para aplicar soluciones a problemas como la miseria, la falta de justicia, las conductas autoritarias y antidemocráticas de gobernantes y detentadores de poderes legítimos o no, la violación de derechos humanos, la falta de oportunidades para el acceso al conocimiento, al trabajo, a expresar libremente las ideas, practicar la fe y ejercer el derecho a disentir sin temor a represalias.Por ello la unesco advierte que “la pobreza y los conflictos son los principales factores que ponen en peligro la seguridad y la dignidad del ser humano y la justicia social [...] la intolerancia, la discriminación, la desigualdad, la ignorancia, la pobreza y la exclusión, entre otros factores,contribuyen a crear un medio propicio para el terrorismo”. En la línea de la Carta de la Paz de las Naciones Unidas, la Organización propuso y asumió el liderazgo del paradigma de la Cultura de Paz definida como los “valores, actitudes y conductas que plasman y suscitan a la vez interacciones e intercambios sociales basados en principios de libertad, justicia y democracia, todos los derechos humanos, la tolerancia y la solidaridad, que rechazan la violencia y procuran prevenir los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación, que garantizan a todos el pleno ejercicio de todos los derechos y proporcionan los medios para participar plenamente en el proceso de desarrollo de su sociedad”.En consonancia con lo arriba planteado, Koïchiro Matsuura, director general de la unesco, señaló que “a pesar de grandes avances en la solución de conflictos existentes desde hace decenios, la paz sigue siendo demasiado frágil en numerosos países como para que pueda responderse a las expectativas y aspiraciones legítimas de sus poblaciones al desarrollo, la democracia y la paz. Los esfuerzos de la unesco por promover una cultura de paz constituirán una contribución muy valiosa a tal empeño”.Es importante destacar que “la Cultura de Paz debe contribuir al fortalecimiento de los procesos de democratización, tomando en cuenta el pluralismo político y la participación activa de la sociedad civil, que permita a los individuos intervenir en las decisiones que afectan sus vidas y en la promoción de la dignidad de la persona humana. Claramente se apunta a la construcción y el fortalecimiento de la democracia, sistema político sustentado en el ejercicio de las libertades públicas, los derechos humanos, en la participación y en la relación pacífica entre ciudadanos para la negociación, la concertación y la solución equitativa de los conflictos en toda relación humana y social” (1).Uno de los derechos referidos es la libertad de expresión del ser humano para dar a conocer —en cualquier ámbito y momento— las opiniones y puntos de vista que su propia vocación personal, sus intereses y circunstancias le dicten en lo político, social, religioso, educativo, filosófico, cultural, científico, sin que por ello sea censurado o reprimido en cualquier forma. Igual importancia tiene el derecho a la información oportuna, transparente y libre en relación con el manejo de los asuntos públicos por parte del Estado, en especial de su administración pública. Aquí destaca la libertad de prensa como corolario de la libertad de expresión, que tiene en contra la sin razón de la violencia —la estatal, la paramilitar, policial, el terrorismo y las mafias que controlan los tráficos de narcóticos, personas y armas— que ha dejado una trágica estadística de periodistas asesinados y medios destruidos por investigar y dar a conocer hechos ilícitos. En este marco la unesco, desde su programa de comunicación, ha impulsado proyectos, mecanismos y actividades para “contribuir a los procesos de reconciliación y construcción de la paz brindando asistencia a los medios de comunicación independientes con miras a alentar iniciativas de prensa que contribuyan a la construcción de la paz y ayudar a reconstruir y crear entornos independientes y pluralistas en materia de medios de comunicación en las zonas que han salido de un conflicto o una catástrofe”.miércoles, 7 de mayo de 2008
DESARROLLO ECONOMICO Y LIBERTAD

Resulta interesante recordar que, si echamos la vista atrás, la cuestión del desarrollo, desde los inicios -en Adam Smith, en John Stuart Mill, en Karl Marx y en tantos otros-, tuvo que ver con una determinada concepción de la vida humana buena. Y esto es algo que ha de recuperarse en la investigación contemporánea sobre el desarrollo. Se trata de una cuestión por la que me he interesado mucho. He de decir, sin embargo, que mis preocupaciones fundamentales no se sitúan en el campo de la economía del desarrollo. De hecho, ¡pretendo que no sea así! Pese a que me siento halagado cuando leo que obtuve el premio Nobel por mis contribuciones a la economía del desarrollo, me lo concedieron por mi trabajo sobre “economía del bienestar” y sobre “teoría de la elección social”. Pero en la medida en que me he dedicado a la cuestión del desarrollo, me he preocupado bastante por la naturaleza del desarrollo y por los mecanismos causales que contribuyen al mismo.
Desigualdades, globalización y mercado
Esta es una cuestión difícil. Déjeme decir tres cosas al respecto. La primera es que las desigualdades, en el mundo de hoy en día, son monumentales tanto en lo que respecta a la prosperidad económica como en lo que concierne al poder político. Cualquier tipo de análisis de la globalización tiene que partir de la consciencia de este hecho. Ahora bien, creo que mayores grados de interacción a escala global se han mostrado, no sólo en la actualidad sino desde hace miles de años, como un fenómeno positivo. La historia de la interacción a escala global es algo a menudo subestimado por el hecho de concebir dicha interacción como un fenómeno fundamentalmente reciente, por un lado, y, por el otro, por entender que las influencias se han dado únicamente desde el Oeste al Este, o desde el Norte al Sur. Históricamente, sin embargo, el proceso de influencia no ha sido unidireccional. Piense, por ejemplo, en el mundo del año 1000 de nuestra era, al inicio del milenio que acabó hace pocos años. En el campo de la ciencia y de la tecnología, había una gran cantidad de cosas de las que en Europa no se tenía noticia pero que en China ya se conocían. De un modo similar, los matemáticos indios, árabes e iranianos conocían desarrollos de las matemáticas, desde el sistema decimal hasta un buen número de adelantos en trigonometría, entre otras cuestiones, de los que los europeos no tenían ni la más remota idea. Estos hechos propiciaron un proceso de globalización del Este al Oeste, del mismo modo que, en la actualidad, la ciencia y la tecnología tienden a viajar del Oeste al Este. Europa hubiese sido tan estúpida de rechazar la sabiduría que venía del Este como lo sería hoy el Este si rechazara la sabiduría que procede del Oeste. El primer punto que quiero sugerir, pues, es que, pese a las desigualdades de poder, es preciso analizar los efectos positivos que un movimiento global de ideas -de conocimiento y de entendimiento- puede acarrear.El segundo punto es que la globalización económica, per se, podría constituir una fuente de importantes adelantos en lo que respecta a las condiciones de vida, y que a veces lo es. La dificultad fundamental radica en el hecho de que las circunstancias en las que la globalización podría comportar mayores beneficios para los más pobres no se dan en la actualidad. Sin embargo, éste no es un argumento válido para oponerse a la interacción económica a escala global, sino un argumento para trabajar en pos de una mejor división de los beneficios derivados de la interacción económica a escala global.No se trata, por lo general, de que, como resultado de la globalización, los pobres se estén empobreciendo todavía más y los ricos estén ensanchando sus niveles de riqueza, tal y como se desprende de la retórica, que creo errónea, a la que se recurre a menudo. La cuestión es la siguiente: ¿podrían los ricos haberse enriquecido a través del mismo proceso de globalización si las circunstancias que lo gobiernan fuesen distintas? Y la respuesta es “sí”. Ello requiere plantear la necesidad de introducir políticas tanto estatales como locales orientadas a promover programas educativos, sobre todo escolares, a promover la asistencia médica básica, a promover la igualdad de género, a emprender reformas agrarias. Tales políticas podrían verse acompañadas por un contexto más favorable en lo que respecta al comercio global -se precisan acuerdos económicos más equitativos-, para lo que sería imprescindible un mejor acceso de los bienes procedentes de los países pobres a los mercados de los países más ricos, lo que ayudaría a los primeros a sacar mayor provecho de los intercambios económicos a escala global. Todo ello exige una reconsideración de las leyes de patentes, nuevos acuerdos por los cuales los países más ricos abran las puertas a los artículos procedentes de los países más pobres, y un largo etcétera. Con tales cambios, la globalización puede convertirse en un fenómeno más equitativo y efectivo. Así pues, la cuestión no es si la globalización económica está arruinando o no a la gente. Puede no hacerlo, e incluso ser mucho más beneficiosa para la gente de lo que lo es ahora. Esta es la cuestión central.El tercer punto es que el mercado es sólo una institución más entre un buen número de instituciones. A pesar de la inexistencia, en la actualidad, de algún tipo de democracia global, todavía podemos tratar de influir en estas realidades expresando nuestra opinión y haciendo oír nuestra voz: la práctica de cualquier tipo de democracia tiene que ver, fundamentalmente, con el hecho de razonar públicamente. Si, por ejemplo, el BM y el FMI han cambiado, lo han hecho, en parte, como respuesta a la riada de críticas que han llegado de distintas partes del mundo. Es preciso, pues, que pensemos en la democracia global como algo que va más allá de las instituciones de gobierno globales. Se trata, también, de promover el razonamiento público, el razonamiento público crítico. Afortunadamente, la ONU, bajo el liderazgo de Kofi Annan, ha sido capaz a menudo de actuar como vehículo para la expresión de cierto tipo de opiniones críticas que, de otro modo, no hubiesen sido atendidas. Los periódicos -la prensa en general- juegan también un papel importante en este sentido. La expansión de las tecnologías de la información -Internet, muy especialmente-, así como la disponibilidad de noticias en todos los rincones del mundo –las de la CNN, las de la BBC o las de cualquier otro medio-, contribuyen de forma notable a lo que llamaría “discurso global” y, de este modo, ayudan a avanzar hacia la consecución de la democracia global.Hay algo que todos podemos hacer con tal de lograr una división más favorable de los beneficios de la globalización: atender a estas cuestiones, hablar de ello, pedirlo a gritos si hace falta. Se trata de algo muy importante que es preciso hacer en estos momentos. El silencio es un poderoso enemigo de la justicia social.
jueves, 24 de abril de 2008
DIA INTERNACIONAL DE LA TIERRA

Todo comenzó en 1970, cuando Gaylord Nelson, senador de Estados Unidos, incentivó el desarrollo de una protesta a nivel nacional para "despertar" al aparato político e instalar el tema ambiental en la agenda del país. Con ese principio, el 22 de abril de ese año ¡20 millones de estadounidenses! salieron a las calles, parques y auditorios para exigir un ambiente sano y limpio, y protestar en contra del deterioro ambiental.
"El Día de la Tierra alcanzó lo que yo ansiaba. El objetivo consistió en demostrar una inquietud tan grande por el ambiente a nivel nacional, que sacudiera la arena política. Fue una jugada riesgoza, pero funcionó... Realmente fue una asombrosa explosión popular... El Día de la Tierra se convirtió en la primera oportunidad que jamás habían tenido para unirse en una manifestación nacional que enviara un gran mensaje a los políticos: el mensaje de que despertaran e hicieran algo" (Gaylord Nelson).
viernes, 4 de abril de 2008
MEDIOS CIUDADANOS COMUNICACATIVOS

En los 70 y los 80, la comunicación entendida como “la otra”, llamada popular, ciudadana o
comunitaria, tuvo su auge en Latinoamérica, comprometida con los movimientos sociales y la crítica
frente a la sociedad imperante. Fue una época muy fructífera en experiencias, compromiso y
reflexiones. Se conoció muy de cerca el mundo popular y su importancia en la sociedad. Y la
apuesta por una organización popular y democrática articulada, llenó y hasta suplió las utopías
políticas de ese entonces.1 Aquellas personas que vivían en sectores marginados y que eran
invisibilizados por el estado y las sociedades, se convirtieron en protagonistas: sus voces eran
escuchadas, desde allí se les percibía como nuevos y auténticos gestores del cambio social.
El papel de los medios de comunicación que gozan de la participación de la gente es cada vez más
necesario en las comunidades, a éstos se les considera “la boca social de la realidad y del contexto
cotidiano”.2 Porque es allí donde convergen las voces de campesinos, amas de casa, niños, niñas,
jóvenes, indígenas etc. Quienes son vistos no cómo simples consumidores sino como sujetos
participativos, que aportan a los contenidos y a la construcción de las narrativas locales. Cabe
anotar que quienes programan y producen los mensajes de estos medios son comunicadores
aficionados, líderes; muy pocas veces encontramos profesionales del periodismo.
Por tanto, este informe le apuesta a visibilizar la situación actual de estos “otros” medios que
funcionan en Latinoamérica, aquellos que adquieren diferentes nombres en cada país: medios
ciudadanos, comunitarios, indigenistas, de interés social etc. Este relato lo enriquecen personas del
común, investigadores, productores locales, profesores, periodistas, aquellos que están inmersos en
el debate para construir desde lo local, desde la voz y letra de sus entornos.
viernes, 14 de marzo de 2008
valledupar: mi equipo y el equipo de todos


