
En los 70 y los 80, la comunicación entendida como “la otra”, llamada popular, ciudadana o
comunitaria, tuvo su auge en Latinoamérica, comprometida con los movimientos sociales y la crítica
frente a la sociedad imperante. Fue una época muy fructífera en experiencias, compromiso y
reflexiones. Se conoció muy de cerca el mundo popular y su importancia en la sociedad. Y la
apuesta por una organización popular y democrática articulada, llenó y hasta suplió las utopías
políticas de ese entonces.1 Aquellas personas que vivían en sectores marginados y que eran
invisibilizados por el estado y las sociedades, se convirtieron en protagonistas: sus voces eran
escuchadas, desde allí se les percibía como nuevos y auténticos gestores del cambio social.
El papel de los medios de comunicación que gozan de la participación de la gente es cada vez más
necesario en las comunidades, a éstos se les considera “la boca social de la realidad y del contexto
cotidiano”.2 Porque es allí donde convergen las voces de campesinos, amas de casa, niños, niñas,
jóvenes, indígenas etc. Quienes son vistos no cómo simples consumidores sino como sujetos
participativos, que aportan a los contenidos y a la construcción de las narrativas locales. Cabe
anotar que quienes programan y producen los mensajes de estos medios son comunicadores
aficionados, líderes; muy pocas veces encontramos profesionales del periodismo.
Por tanto, este informe le apuesta a visibilizar la situación actual de estos “otros” medios que
funcionan en Latinoamérica, aquellos que adquieren diferentes nombres en cada país: medios
ciudadanos, comunitarios, indigenistas, de interés social etc. Este relato lo enriquecen personas del
común, investigadores, productores locales, profesores, periodistas, aquellos que están inmersos en
el debate para construir desde lo local, desde la voz y letra de sus entornos.


No hay comentarios:
Publicar un comentario